Calderón de la Huerta

No hay nada más raro en el mundo que una persona a la que siempre podamos tolerar.
La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes.

viernes, 21 de noviembre de 2008

El buen Alcalde de Panochilandia


Había una vez un alcalde...uno de los muchos de la Región de Panochilandia, en el sureste de la península. Su municipio estaba lleno de grúas y todos sus ciudadanos se dedicaban a la construcción. Con el levantamiento de chalets, dúplex, centros comerciales, polideportivos y campos de golf, las familias que habitaban en el municipio ganaban suficiente dinero para vivir bien, pagar los impuestos y comprarse buenos coches.
Hacía ya varios años que el alcalde estudiaba las finanzas del consistorio. El regidor era justo y comprensivo, y no le gustaba dar a entender que les apretaba en los bolsillos a los habitantes de Panochilandia. Por este motivo, estudió la posibilidad de rebajar los impuestos.
Hasta que un día se le ocurrió una gran idea. El alcalde decidió suprimir los impuestos. Como única contribución para resolver los gastos del ayuntamiento, el alcalde pediría a cada uno de sus ciudadanos que una vez al año, se acercaran a la plaza del ayuntamiento con un saco de cemento de la mejor calidad. Lo vaciarían en camiones para su almacenamiento en un depósito en las afueras.
Con esos miles sacos de cemento construirían un gran Centro Comercial y una Nueva Pantomima, con lo que se obtendría el dinero necesario para el presupuesto del ayuntamiento, viajes del alcalde y fiestas patronales.
La noticia fue extendida por todo el municipio en bandos, carteles y octavillas. La alegría de la gente fue indescriptible. Todos los constructores, albañiles, promotores y empresarios ensalzaron al Alcalde.
En los bares y restaurantes se levantaros las copas y se brindó por la salud del regidor. Y llegó el día de la contribución. Días antes, todo el pueblo, donde estuvieren, en bares, plazas, toros y futbol, se recomendaba no faltar a la cita porque era un deber cívico en agradecimiento al alcalde.
Casi al amanecer, empezaron a llegar de todo el municipio familias enteras en sus coches, furgonetas, camiones cargados con sus sacos de cemento. La fila de vehículos era interminable. Uno por uno dejaba su saco en los tráiler alquilados por el ayuntamiento, el interventor municipal le entregaba un documento sellado como comprobante.
Casi al final del día, cuando el último de los habitantes depositó su saco de cemento, se comprobó que todo el pueblo acudió a la cita. Prácticamente todos los ciudadanos habían pasado por la glorieta del ayuntamiento.
El alcalde estaba gozoso y radiante; y al oscurecer cuando el pueblo se congregó en la glorieta frente al ayuntamiento, el regidor salió al balcón aplaudido por su gente. Todos estaban felices. El alcalde mandó traer una muestra de cemento para simbolizar la primera piedra de las construcciones que se iban a realizar. Con una paleta en la mano, el alcalde les hablo y les dijo:
-Querido pueblo de Panochilandia: tal como me figuré, todos los habitantes del municipio han estado hoy en la alcaldía. Quiero compartir con vosotros la alegría de este ayuntamiento, por confirmar que la lealtad y la honradez del pueblo con su alcalde, es igual que la lealtad y honradez del alcalde con su pueblo. Y no se me ocurre mejor homenaje que hacer una mezcla de este buen cemento que habéis traído para levantar la primera piedra en esta maqueta.
Todos vitoreaban y aplaudían al alcalde.
Uno de los conserjes acercó la paleta con un poco de cemento y esta la levantó para brindar por el pueblo que ovacionaba entusiasmado…pero la sorpresa detuvo su mano en el aire, el alcalde notó al levantar la paleta que el color era amarillento y no gris. Parecía arena y no cemento.
El alcalde mandó a buscar una segunda muestra de cemento, y luego otra y por ultimo una del fondo. Pero toda era igual: amarillenta y granulosa. Fueron llamados de urgencia los arquitectos e ingenieros del ayuntamiento para analizar la composición del cemento. La conclusión fue unánime: era ARENA, autentica arena de las mejores canteras de Panochilandia.
Enseguida el edil mandó llamar a todos los técnicos del ayuntamiento, para que buscaran con urgencia una explicación para este misterio. ¿Qué conjuro, reacción química o hechizo habrá sucedido para que cemento se transformara en arena...?
El más experto de sus concejales en artimañas, el de Urbanismo, se acercó y le dijo al oído:-¿Milagro? ¿Conjuro? ¿Alquimia? Nada de eso alcalde, nada de eso... Nuestros ciudadanos son humanos, alcalde, como usted y como yo. Eso es todo.No entiendo - dijo el alcalde.
-Tomemos por caso a Pencho. Pencho tiene unas enormes tahúllas que abarca desde el monte hasta la costa. Las tahúllas no dan cosecha, no hay agua y son de las mejores situadas para construir y quiere ser el primero en construir y vender al mejor precio. No va a regalar cemento cuando con un saco puede levantar una pared.
Esta mañana, cuando se preparaba con su familia para bajar al pueblo, una idea le pasó por la cabeza. ¿Y si yo pusiera arena en lugar de cemento, quién podría notar la diferencia? Un saco de cemento da para muchos ladrillos y, uno solo entre miles... nadie notaría la diferencia... ¡Nadie!...Y nadie lo hubiera notado, salvo por un detalle:¡Todos pensaron lo mismo!
Calderón de la Huerta.

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